jueves, 11 de febrero de 2016

Dona de oro, la última excentricidad en NY



Primero llegó la fiebre por los cupcakes, luego presentaron una mezcla entre cruasán y dona (las cronut), y ahora, la última moda culinaria traída desde Estados Unidos es una rosquilla bañada con champán y partículas de oro por el módico precio de $us 100.

Cuando el chef Bjorn DelaCruz, del restaurante neoyorquino Manila Social Club, en el distrito de Brooklyn, añadió a su carta de postres esta exclusiva joya comestible a fines de 2015 sabía que el invento iba a causar bastante revuelo. “La gente dice que esto es solo un truco publicitario. Yo me pregunto si es que los que critican nunca han querido regalar algo especial a nadie”, defiende el chef filipino, de 32 años, en una entrevista con la revista Forbes. La rosquilla barnizada con champán y repleta de una cremosa mermelada morada en su interior solo está disponible los viernes, y puede recogerse en el mismo restaurante o pedirla a domicilio.

Mercado. DelaCruz cuenta que cada semana agotan las existencias. Y es que más allá de venderlos por unidades, el famoso panecillo ha recibido tal cantidad de publicidad mediática que entre la comunidad sibarita de abultada cartera ya hay quien los pide por docenas. La ventaja de pedirlos de doce en doce, aparte de su detallado envoltorio, es que hay un pequeño descuento en el precio.

Ésta no es la única excentricidad culinaria que Nueva York ha ofrecido recientemente. Hace un par de años, la panadería Dominique Ansel Bakery sorprendió a todos con una mezcla entre cruasán y donut: el “cronut”.

La sabrosa y exitosa mezcla, a un precio mucho más asequible ($us 5 la unidad), salió de los hornos de esta pastelería del Soho de Nueva York en 2013 y desde entonces tuvo tal repercusión que se ha exhibido en algunos de los foros gastronómicos y concursos de repostería más importantes.

Especializada en poner de moda cualquier tipo de producto, la gastronomía de la Gran Manzana también ha destacado últimamente por otro tipo de apuestas curiosas como la de WastED, un colectivo de chefs comprometidos con la idea de reducir los desperdicios de la hostelería.

Así, sirven platos de alta cocina a base de productos ignorados o desperdiciados por otros restaurantes. Es decir, las sobras. El portal web del grupo presume de haber producido ya 10.000 platos en los que se utilizaron centenares de ingredientes “feos” que otros restaurantes descartarían, pero siempre “con un aspecto delicioso”.

Lo que está claro es que ya sean donas recubiertas de oro, champán y mermelada o cruasáns con forma de rosquilla, como recuerda el innovador chef filipino DelaCruz “al principio todos comemos con los ojos”.


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