domingo, 20 de septiembre de 2015

Mantequillas ¡Frutos secos al poder!



Nuestra primera reacción al ver la palabra mantequilla es un “no” rotundo, pues la relacionamos con calorías, gordura, grasas… ¡Pero en este caso no es así!

Las mantequillas de frutos secos en realidad aportan muchos beneficios para la salud, siempre y cuando sean caseras, porque así nos cercioramos de que no contienen grasas malas, aditivos químicos ni conservantes. Consumirlas moderadamente nos ayudará a llevar una alimentación balanceada.

Aunque los frutos secos contienen grasa, es grasa buena y necesaria para el funcionamiento adecuado de nuestro organismo: los niveles de LDL (colesterol malo) se reducen considerablemente, y también los triglicéridos. Así se disminuye el riesgo de contraer enfermedades cardiovasculares.

Su consumo nos da una sensación de saciedad, controlando así el hambre y la ansiedad entre comidas, bajando la ingesta calórica diaria. Contienen también grandes cantidades de fibra, que contribuyen a bajar los niveles de azúcar en la sangre y reducen el riesgo de padecer cáncer de colon.

Además, estas mantequillas aportan grandes cantidades de proteínas. Contienen vitamina E (cuyo fin es evitar el daño celular y así envejecer más lentamente) y B3, además de minerales como el cobre. Son ricas en calcio y potasio.

Finalmente, su importante porcentaje de hierro hace que las anemias y la debilidad desaparezcan.

Estos beneficios y más brindan las mantequillas de almendras, maní, avellanas y nueces. Combinan con frutas, pan, galletas y son un ingrediente delicioso para tartas, muffins y otros.

Richard Mattes, profesor de nutrición de la Universidad de Purdue, dice que “una cucharada o dos de mantequilla de maní es todo lo que se necesita para conseguir un mundo de beneficios, tanto para el corazón como para la cintura”.

¿Y qué esperas para prepararla? Hazla cada dos a tres semanas, aguanta perfectamente refrigerada, sin dañarse todos esos días.

Primero compra los frutos secos crudos y sin sal; si pueden ser ya pelados, mejor. Colócalos en una bandeja sobre papel vegetal, disponlos de manera que no estén amontonados unos sobre otros, trata de armar una sola capa de ellos para que se cocinen uniformemente.

Precalienta el horno, introduce la bandeja y baja la temperatura a unos 140-150 ºC, así lograremos que se horneen poco a poco.

Los frutos irán “sudando”: verás cómo se comienzan a poner doraditos y se ven húmedos, eso es porque van desprendiendo un poco la grasa que llevan consigo. Ve removiendo cada tres minutos para que se horneen por todos sus lados y en unos 15 minutos estarán listos.

Saca la bandeja del horno y prepara tu licuadora. Estando aún calientes, procésalos. Hazlo a una velocidad media y poco a poco. Ve apagando y encendiendo la licuadora, mientras con una paleta retiras la crema que se vaya quedando en las paredes del vaso.

Mientras los procesas, se va creando la mantequilla con la misma grasa de los frutos secos. No es necesario agregar nada más. Quizá un poco de edulcorante si te gusta un poco dulce, o canela o esencia de vainilla o un poco de café o chocolate desgrasado en polvo.

Las recetas que pueden preparar con las mantequillas de frutos secos son muchas. Los batidos también son una maravilla, con mucho hielo tipo frappé. Agrega los ingredientes que gustes y prueba nuevas combinaciones de frutas, semillas y especies.


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