viernes, 28 de marzo de 2014

Nueva York tiene cajeros automáticos de cupcakes

En la "ciudad que nunca duerme”, la última ocurrencia de una pastelería de la Gran Manzana fue abrir un "cajero automático” para que los neoyorquinos puedan saciar su apetito por los cupcakes a cualquier hora del día y, por supuesto, de la noche.
"He venido desde Connecticut para probar estos cupcakes. Me han dicho que son muy buenos y es básicamente el motivo por el que estoy hoy en Nueva York”, dijo a Kelly Cattano, una joven de 14 años que no dudó en viajar una hora en tren para probar un red velvet (de chocolate y vainilla recubierto de un singular colorante rojo).
Otros como Malene se enteraron a través de las redes sociales de esta golosa iniciativa y, claro, antes de ir al trabajo decidió pasar por el "cajero automático” para comprar un par de cupcakes a sus compañeros, a 4,25 dólares cada antojito.
"Creo que es una gran idea porque incluso cuando la pastelería está cerrada puedes seguir viniendo a comprarlos. Solamente hubiese preferido que estuviese en una zona de mayor tránsito, como Times Square”, contó esta fanática del cuban coffee (de café cubano, como su nombre indica).
Pastelitos a la carta
La iniciativa de los "cajeros automáticos” surgió hace un par de años en California, cuando la popular chef Candice Nelson, fundadora de Sprinkles Cupcakes, salió con unos amigos y en mitad de la noche fue incapaz de aplacar su antojo por un pastelito.
El primer local se estrenó hace nueve años en el corazón de Beverly Hills, a unos pasos de Rodeo Drive, y desde entonces han abierto quince pastelerías repartidas en ocho estados, desde California a Nueva York, pasando por Illinois, Georgia o Texas.
Con casi medio millón de amigos en Facebook y más de 127 mil seguidores en Twitter, por ahora tienen "cajeros automáticos” en sus pastelerías de Beverly Hills, Las Vegas, Dallas y Chicago, además del que acaban de estrenar en Manhattan.
Para su asalto a Nueva York optaron por el Upper East Side, el barrio nice de la ciudad, donde esperan ganarse la confianza de una clientela fiel que siente un fervor casi religioso por este dulce tradicional que volvió a reinventarse con Sex and the City (Sexo en Nueva York), la exitosa serie de televisión. (EFE)

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